Seguidores

martes, 4 de mayo de 2010

ARCO IRIS.


ABISMOS A MIS PIES.(Continuación)


         Cuando era una niña imaginaba a mi madre abriendo un hueco entre la espesura de las nubes y sosteniendo boca arriba con sus tensos hilos mi pequeño mundo de fantasía y cerrazón. Ahora que soy algo mayor, la contemplo, en noches de luna, subida a horcajadas sobre ese astro y entre sus dedos, como si esas tramas fueran de arena, se cuelan hacia abajo los hilos que sujetan este cuerpo de de harina.
         Allí arriba, mi madre, se aparece, como la directora de un teatro de guiñol moviendo con mucho talento este polichinela de trapo que ella mantiene a todas horas, erguido y en constante acción para que nunca se derrumbe.

         En realidad siempre me he imaginado parida por algún astro y como si nunca hubiera tenido padres conocidos, de ausentes, que mis dos progenitores, resultaron ser. Sí, posiblemente, fui parida por la luna y eso en mí, siempre resultó ser un motivo de impacto. Dicho así -Hija de la luna- ahora de mayor, aparenta, que crecí en un mundo de purísimo éxtasis. Aunque, nada más insólito que tal arrobamiento, que en nada se pareció a mi niñez.
        
         Sin embargo, muy a pesar de aquel empeño de mi progenitora de mantenerme todo el tiempo en pie, pienso yo, han convivido en mí, desde época inmemorial, un “pesimismo recalcitrante” y una vitalidad inusual qué no sé, ni tan siquiera, cómo esos dos estados de ánimo, tan opuestos, se casaron sin pelear. Pero, sea cual fuere la explicación a esa convivencia emocional, tan dispar, en la misma persona; es verdad que ese doble carácter, diariamente me hace andar con pies de plomo hacia delante. Aunque, no hay duda, ¡Que grande fue ese dulce y complaciente poder de mi invisible madre, y cuán necesaria, su intangible ayuda!.
         Qué fea habría sido la muerte si no hubiera palpado aquel rostro cuando me escondía bajo una mesa, malograda en mi mundo de turbaciones y hecha un apretujado ovillo. Pero, además, sin ningún cabo a mi alcance para tirar de la madeja.