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miércoles, 27 de junio de 2012


 
 Imagen de la red
 
Me está enfilando desde su borde más gélido
y ultima mi póstumo destino.
Menesterosa, se relame con mi desesperanza,
pues desde que la conozco,
sabe,
que mi lengua se desangra
mientras ella se inventa,
nudos brunos,
con mi largo apéndice.
Se oculta en el sonido de una bala
y en las noches más combas
se hace la ciega detrás de mi pálida semblanza.
Desvelada,
me oye llorar y
humedecer este sudario antiguo
y blanquísimo.
Lienzo de escarcha, anoche,
como nunca,
tu contacto conmigo,
fue glacial.
Vive ahogada
adentro de mi misma
pero etérea, se oculta,
en la desgarradura de mi orondo vientre.
En mis venas, se vuelve,
terriblemente espesa y
como las bolitas bruñidas del mercurio,
desciende despacio
pero letal.
Se esconde de mí, pero yo
presiento
su tóxica belleza, habitando en un retazo
de mi cuarto.
Es tan veloz
que, gota a gota,
está rebanándome mi existencia ácida. 

                   MARIBELFLORES         A, Chantal Maillard (Admirada poeta)

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