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martes, 27 de diciembre de 2011

UN MAL SUEÑO


          Poseída por un sueño espantoso, una noche dormida lloré amargamente. De mi surgía un llanto cavernoso, que lúcida, jamás viví con tanta fuerza. Sentía la ausencia de todo y estaba atrapada en el sollozo y en un laberinto sin sonido donde redoblaba hondamente, un émbolo, con la voz de la muerte. 

          Desnuda y sentada sobre una reluciente silla, mi cabeza se reclinaba sobre el tablero de una mesa rodeada por mis brazos. El llanto consumía mi corazón. Mi esqueleto era viejo y cualquiera a mis espaldas habría podido contar con un dedo y una a una, mis vértebras. Abultaban sobre mi columna como los nudos prietos de un cordel. Mi piel yacía, en virutas contraídas. Palpaba los fantasmas del presente y del pasado. ¡Lloraba desesperadamente! Ante mí, apareció una mujer embarazada y desde su vientre salió despedido el líquido amniótico. Me rebotó en la cara pulsando de nuevo mi existencia. Sin embargo, yo sentí que me disolvía y me hacia líquida como una cascada.

         Luego alguien, al boleo, disparaba perdigones de plomo sobre mi dorso abatido encima de aquella tablazón.  La angustia que viví con la munición clavada en mi espalda, me sirvió de gruta, donde soltar todo aquel arrebato.
         Una umbría oscura lo mismo que un sótano sin ventanas, rodeaba el escenario del tablero en el que mi cabeza se posaba como un cuévano.  Mi cuerpo despojado estaba solo en medio de un acerbo escenario.  
         Desmoronada vi, como nunca habría imaginado ver, mi propia destrucción. Desperté bruscamente dando tumbos sobre la cama. Me senté en el borde con el peso de la inquietud con el miedo y sin ninguna esperanza. Dos segundos después, palpé la suavidad del día y el talismán de la luz se transfiguró en un agua marina flameando pureza entre aquel habitáculo. 
         Sin dudarlo, me reconcilié con el mundo. 

domingo, 18 de diciembre de 2011

ADVIENTO



Más allá del invierno
se desliza un latido
un gesto en el rostro, en
el deseo, en
la celebración.
Más allá de la luz o de la pantomima
que arde entre esa niebla
y las estrellas
de la conmemoración.
Más allá de las raíces asidas
a la esperanza y a la evocación, al esplendor
de la infancia y a los días de brindis, de entrega y
glorificación.
Más allá de todo el oro que descienda,
durarán,
la dentelladas a los árboles
las hojas caídas y ese vinculo ligado
a los que más quisimos y a los que nada queremos.
Y a la misma vida
que se creó de imprevisión y regocijo,
de simulación
y voces enlazadas…. 

                                          Maribelflores

lunes, 12 de diciembre de 2011

FANTASÍA SONORA

          Estoy soñando y en mi sueño parpadea una luz con el brillo del encaje. Y veo un dosel tambaleado por el aire que atraviesa el hueco de mi tragaluz. Esta mañana me atenaza la armonía ¡Que extraño!

           Piel de asombro, tu claridad es completa.
         Y en el jardín todo es oráculo cuando se celebra la profecía de la música y bulle un fantástico coro de aves negras. Y aún me pesan los párpados y el alboroto. Y me zumban los timbales. Y los tambores ya penden de mis entrañas y ahora suspiro sin ningún resentimiento. Oh! esta alborada es un placer pues hago añicos la muralla por donde trepa a menudo la hiedra o el engaño.

                Es verdad, estoy soñando completamente despierta.
         Y canto a la existencia y a este vértigo  y ¡a toda la eternidad! Y después, cuando se agota mi balada, me quedo inmóvil mirando el moviento y el tremolar del amanecer, y ese calado de cielo a donde se ciñen las nubes al azul como un esponjoso algodón. Todo está medido y cadencioso lo mismo que en un pentagrama. Todo fulgura en el crisol del alba. Y todo aparece de repente en su eterna lucidez.

         Y duermo de nuevo en paz, y ya recogida, me regocijo contemplando la luz del alba, tan prodigiosa, que de ella ha nacido este mundo invisible del que venimos. Tan milagrosa, que es dulce regresar a la locura de atravesar  la creación y el espejo de Alicia.  
                            
                        Maribelflores

martes, 6 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA ROSA



         Y este deambular por el jardín como en la cuerda floja. Este funambulismo en franca rebelión. Este hilo de seda a punto de cortarse que relumbra su prodigio fortuito y después me atrapa en su hebra o en su añoranza de luz o, en ese espíritu de exterminio que vaga  bajo la ventisca del jardín. Añoranza… o como incubar cadáveres sobre el musgo y rebotarlos vivos sobre el surtidor del agua.

         Este invisible alambre. Indolente filamento que es como una mísera larva, un beso siniestro o unos salobres labios, da lo mismo. Este celofán por donde camina errabunda mi amarga figura o el letargo. Y este estigma errante que soltó su herida entre la infancia  y dejó calado un vasto túnel con su negro aliento y aquel temblor que me vio morir a la vez, de ultraje y de deseo.

          Esta violencia extraviada en mi cerebro o este pánico innegable.
         Dame tu auxilio árbol del invierno. Sujétame a tu descarnada copa y enlázame a tu enramada de fronda o de hojarasca o de escarcha. Y a tus raíces y a esa matriz que devora la tierra. Esquivo invierno, desvestido de dulzura y de rosas. Vorágine de remordimiento irreparable y de creencias o desesperación. Vendaval de traición y hastío o impaciencia.

         ¡Madre!  Y tú no estás. Y qué horrible esta mortífera fantasía. Madre, préstame siempre tus manos y escucha mi ensueño o mi delirio y esta súplica. Aquieta mi destino y frena este rumbo que excava en el silencio y en el frío y en esta casa descomunal. Y luego… luego entrégame tu estela luminosa y ¡haz algo! Haz florecer la última rosa del invierno.

                                                                                                                                     


                                                                              Maribelflores

jueves, 1 de diciembre de 2011

LOVE

Como si fluyeran por mis tímpanos
raíles oxidados,
así me sonaron tus pasos
esta tarde
cuando crucé el jardín empapada de fatiga
y tú, me sonreías bajo la lluvia.

Y aquí estoy ¡mansa! pero infeliz,
y abrazada a la dócil música
del agua
que me roba el ritmo.

Rasgada por nubes cenicientas
que se han quebrado en mi interior
al chocar con todo un manantial de vidrio.

Pero desconsolada
¡vivo! de lo vivido
o de un sueño
o de una estupidez que aún grita tu nombre.

Nada queda
salvo algunas partículas de luz
encendidas en los ojos de la noche,
Y ahí, entre el silencio
puedo mirar tu rostro
y oír, en el rigor del duelo,
la voz que amé. 

                                          Maribelflores