y una impoluta
lluvia de estrellas
a modo de pétalos fulgentes
desplomándose a ras del ventanal.
Otra vez el silencio fulminante,
este intenso desvelo
y la poderosa evocación
de esta casa en sombra
y tan oculta entre la oscuridad.
Otra vez la noche
y el hábito del desengaño
disperso bajo el firmamento
y formando un bosque ciego,
que me priva de veresta inmensidad
y el resplandor del cielo.