Quisiera vaciarme en el silencio
mismo
y sin voz,
sin lenguaje,
estéril o fragmentada
abandonarme
en el gesto arrancado a la desesperanzada.
Sonrisa mía,
expulsa el sueño eterno de este plasma
perpetuado en mí,
ahora,
que se apodera de la noche
del tiempo
y de la nada.
Quisiera destejer palabra por
palabra
y trenzar moléculas de lluvia con
mis labios
o con las luces prístinas del
alba.
¡Oh mi Señor! vivo con una mano
en la garganta
pero es la niebla
el tacto que me oprime esta faringe,
y es el silencio y
las ausencias
y todos los rostros destruidos
o la misma turbación,
la que acaba con mi dulce
intimidad.
Quisiera anticiparme al último gozo
a la última licencia
a esta salvaje vuelta de baile,
¡a la certeza!
o al cuchillo de la carne
cuando balbuce este miedo
que demuele mi nombre
o me desgasta.
MARIBELFLORES