He quedado reducida a un mínimo
bultito,
un punto imperceptible en una
habitación
o un minúsculo pálpito de
vida
plegado a un estado
fluctuante de ánimo.
Pequeña, desmenuzada,
prescindible
me oigo respirar
como si no tuviera mayores
necesidades.
He quedado reducida al tamaño
de un pájaro
que solo se alivia organizando
la jaula
que lo inmoviliza.
Organizo el reposo de los
libros,
los retratos en sepia del
estante,
ajusto los cuadros
que han perdido su línea de
equilibrio
y dejo inmaculado, de vez en
cuando, el yeso de la pared.
Rebusco el cielo detrás de la
ventana
pero está nublado
y el sol ya no se ve radiante,
como lo veía ayer.