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domingo, 13 de diciembre de 2009

UNA NOCHE GÉLIDA


Estoy sola,
echada sobre mi lecho desnudo
y todo el tiempo,
durante el transcurso de la noche,
escucho el llamamiento de mis seres queridos:
el eco de sus palabras
se pega a mi ropa
y sus últimos gestos
se arrojan, contra el filo de la cama.
Están de transito,
y tramando pura agitación en el aire,
se deslizan sigilosos entre la oscuridad del cuarto.
Estoy inmóvil,
quieta como la muerte
y con un nudo en la garganta.



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