Parece un retazo de seda negra flotando por encima de mí.
Pero no. Es una sombra
peor que letal
pues es bella
como una trama siniestra de delicados hilos
y extensión desdibujada.
Una sombra ignota
no sé si dulce o amarga
pero fluye entre mi espacio
enamorada tercamente de mi nombre.
Y yo me agoto amándola por piedad hacia mi misma
y porque enamorar a un ángel,
aunque sea el ser alado de la muerte,
es como desear un burbujeo dulce entre los labios
o pedir que una colección de radiantes escalpelos ampute mis delirios
mientras camino bajo un cielo azulado
o atravieso una senda verde sembrada de falsa esperanza
y apacibles árboles.
¡OH gozo! ¡Muerte!
por periodos, mi amor te abraza
y entre un turno y otro
el demonio escapa del infierno y emerge desde las profundidades
buscando mi exclusiva perdición.
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