Y puesto que todo sucedió de golpe:
el amanecer
y la caricia del mundo,
el tiempo acelerado de la mañana
la eterna despedida
de las tardes,
y la llegada
al puerto infalible de la noche;
y puesto que un temblor
avivó el cáncer de las madrugadas
y la plaga inagotable
de la verdad sin compasión;
ya nunca mi cuerpo habrá de recobrar
el engaño de la felicidad
ni el sueño de la gloria.
Pero será ahora,
cuando suplique, la misericordia de Dios.
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