Una mañana azul
alojé el mundo entero dentro de una lágrima.
Metí, incluso,
una estrella moribunda caída en el suelo
la noche previa de aquel amanecer.
¡Insólito! Pero la devolví a la vida estelar.
Una tarde, durante el ocaso,
clavé en el cristalino de mi ojo azabache
las luces púrpuras del bosque,
el apogeo de una flor
y el polen que volaba en el aire.
¡Increíble!, pero una abeja, se apoderó vorazmente del ojo.
Una noche placentera,
durante mi habitual desvelo,
abrí los párpados en la oscuridad
y permití, a un tiempo,
la entrada de los sueños y de la claridad.
¡Asombroso! pues asomó la hora inocente
en el umbral de tanta opacidad.
Me encanta todo lo de este blog, la prosa, los poemas, la estética, los dibujos, el diseño y las fotos... saludos desde este rincón del mundo
ResponderEliminar