Me movía por la vida haciendo puzzles con las piezas dispersas de mis sueños, cuando finalizaba, los miraba unos segundos y luego los deshacía uno a uno para volverlos después a montar.
Preparaba a voluntad cada segmento del rompecabezas, y una vez, ordené minuciosamente aquel puzzle de “Hija de Los Astros” y cada ínfimo fragmento se ajustó al conjunto adecuadamente.
Al margen de aquel pasatiempo impecable, me había creado el hábito de anotar en un cuaderno, los secretos de mi precoz orfandad para que no se perdiera aquella dote insana impuesta por la pérdida. Con garabatos torpes, anotaba, cómo se inflaba el sacrificio y cómo el holocausto dominaba todas mis creencias y la interpretación engañosa de los hechos. Glosaba el resultado del légamo y lo marcaba celosamente. ¿Cuál era mi verdad? ¿Qué fue de aquel alimento qué ahora juzgo escrupulosamente? Pero cuando empezaba hacer limpieza, me perdía o me consumía, o ambas cosas a la vez.
Sin embargo, al principio de aquel todo, suspiraba porque me adoptara un insólito astro o le suplicaba algún cometa que me izara a lomos de su cola dándome la ocasión, de dar montada, la vuelta al mundo. Otras veces, imaginaba a Saturno rodeándome con sus aros cósmicos y aquel regazo brillante, lo transfiguré en los brazos compasivos de una madre donde aliviar intactas las angustias. A veces me sentaba en una esquina y me encandilaba, cegada por el fulgor de la creación. Sin embargo, durante las noches, fue la luna menguada la que a menudo me susurró.
Aquí tienes mi espina dorsal, podrás coronarte encima y contemplar tantas veces lo desees, el universo renovado.
Yo soy pequeña -y le señalaba con el dedo índice mi talla diminuta- y cuando llegue a tu altura estaré agotada.
El firmamento te espera pero te advierto criatura que soy estricta con mis hijos.
Y me murmuraba de nuevo aquel satélite oval.
Necesitas constancia si deseas alcanzar tu destino.
Uauuu!! Y yo suspiraba al oír tan intuitivos juicios.
Tendrás que correr en recto y otras más, habrás de proceder doblada, pero arráncale al deseo tu ingente necesidad.
Mmm… Luna, pero si me empeño.
Y aquella luna me devolvía su respuesta con autoridad.
Te falla el tesón y la disciplina y debes adiestrar tu voluntad.
Pero es duro aprender. Le respondía de nuevo, sintiéndome incapaz.
Nadie me oye y creo que me voy a estrellar.
Una madre debe imponerse a los tercos caprichos de su creación o los sueños de sus hijos se volverán del revés…
De aquel dialogo esperaba que se me revelara alguna claridad.
Hubo noches enteras, durante el transcurso del verano, que me mantuve despierta hasta el amanecer persiguiendo con la impaciencia de mis ojos oscuros, la translación de algún astro y la órbita que describía su estela al pasar. Aquel firmamento rebosado de absurdos vaticinios, dragones y cabelleras de cometas, me sobrecogía de manera. Su droga me mantuvo viva en aquella rara dimensión, mientras la tierra entera dormía. Cuando la madrugada avanzaba me empapaba de la intemperie hecha una madeja, y toda yo, envuelta en mis brazos. Única y resuelta, me abandonaba a los sueños entre aquel monologo vivo. Y hubo noches así en mi desabrigo que un gato albo, con tintes desiguales pero incomparables visos en los ojos, que me cortejaba en aquella soledad mientras deambulaba al filo de las tejas del techado. Aquella arista de pizarra se volvió su atajo privado en noches resplandecientes de luna. Sin embargo, cuando aquel felino le maullaba a todo el vecindario, imploraba para sí, como una criatura recién parida. Su aspecto fiero, lo invoco, y me aflojo, o acaso me resquebrajo.
Cuando amanecía, el día era especialmente duro y a menudo, se me hacía un nudo en el cerebro y otro aún más apretado en el corazón.
Nada ha cambiado, de algún modo asombroso el firmamento contiene aquella misma inmensidad, tan exacta, que he sido yo la que ha mermado su estatura.
Ahora es invierno
y he salido desde el umbral vacío
a descubrir el trazo segado
de la escarcha.
Y todo habita sitiado
por ese manto
espesísimo
de silencio y melancolía.
Maribelflores
El viaje al interior siempre nos eleva la mirada al infinito universo.
ResponderEliminarNo menguas, creces ante su inmensidad cuando el misterio se alía en forma de gato en la Noche de los Tiempos.
Terminas con unos versos sublimes, Maribel... qué grande.
Besos
Siempre te leo con interés. Comparto tu camino interior, en busca de sacar a la luz de los astros nuestras cavernas interiores...
ResponderEliminarOtra cosa, mariposa: ¡Vaya relato que podríamos escribir a cuatro manos con nuestros dos ratoncillos en acción!
Tuyo, Manuel Mª
Mi primer perro se llamó Gustavo. El muy cabroncete era tan listo que le puse a preparar oposiciones a Notarías; pero, precisamente por ser tan inteligente, me tomaba el pelo haciendo que estudiaba los temas y forrándose a comer jamón de Trevélez...¡Qué cosas!
ResponderEliminarEs un texto sublime. La luna, como madre que exige porque sabe que ha de exigir, el universo esperando la llegada de una e las hijas de la luna. El gato, que con sus ojos de luna, observa y deambula. Y esa pequeña criatura... que crece, aunque siga siendo pequeña ante la enorme órbita del universo. Me gustó leerte. Un abrazo, Mar.
ResponderEliminarUna oda a la inmensidad y naturaleza de la vida. Los símbolos pueden ser para cada lector uno o diferentes, pero lo que para todos es un acuerdo, es tu calidad de prosista y poeta. Una belleza para comenzar el domingo por acá. Un placer leerte Maribel bella.
ResponderEliminarMi cariño y admiración de siempre.
Verónica
ResponderEliminarManuel Torres
Ïndigo
Leticia
Queridos amigos, todos; millones de gracias por pasar por mi blog.
Besazos y feliz semana.
Constantemente uno busca respuestas en su interior. Pero nuestro interior a menudo es travieso y nos dice verdades a medias. De ahí tantas frustraciones. Un beso.
ResponderEliminarM.Flores,el texto de Gamoneda es una preciosidad.Nos deja claramente su trabajo interior,sus sueños,sus preguntas,sus dudas,sus intuiciones...Una maravilla,lo he leído dos veces para captar la profundidad de su contenido.Me identifico plenamente con él,amiga...Ese puzle de recuerdos lo hacemos y deshacemos continuamente...y ese cielo,que nos dice tantas cosas,siempre está ahí,hablando y susurrando...Cuando tenía doce años,ya le preguntaba al cielo y creía oír su armonía,que se reflejaba en mi interior y me tomaba la mano para escribir...
ResponderEliminarMi gratitud por el post y también te felicito por ese poema en el que te haces una con el paisaje invernal,que a veces nos para el tiempo y el sentimiento...
Mi abrazo inmenso por tu profundidad.Espero que todo vaya bien,amiga...Y si no va,sé que sabrás sobrevolar.
Un beso y mi ánimo siempre.
M.Jesús
M.Flores,no me has desilusionado,yo sabía,que eras capaz de escribir algo así...Veo,que me equivoqué por el enunciado.Gracias por decírmelo,porque ahora te veo con más claridad y entiendo porqué me dijiste en tu comentario,que éramos muy parecidas...Ahora lo entiendo,amiga...
ResponderEliminarY también entiendo,que nada es casual,que estoy cerca de ti,porque la vida nos ha acercado,nuestras letras y sentimientos se atraen con toda naturalidad...Tenía que ser así.
Me has dado una gran alegría,porque tu texto me ha encantado,ya te lo he dicho,lo hago mío íntegramente,yo también he sufrido mucho,amiga...Siento haberme equivocado,pero ahora lo leeré otra vez,porque creo,que lo necesito,estoy empezando a quererte mucho...M.Flores.
Mi abrazo inmenso y feliz día...
M.Jesús
M.Flores,he dudado por un momento sacar tu comentario,que marca mi equivocación,pero he decidido ponerlo,porque si alguien lo lee y tiene curiosidad por entrar a tu blog,verá tu excelente artículo y no sólo aprenderá,sino que disfrutará de tu inmensidad,que trasluces con claridad y generosidad...
ResponderEliminarOtro abrazo inmenso,amiga.
M.Jesús
Has viajado por todo un universo personal, donde has encontrado todo un camino lleno de soledades y pasiones. Un relato increible. Enhorabuena.
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus
El poema me ha parecido hermosísimo.
ResponderEliminarSilencio y melancolía... son dos viejos amigos que conozco bien.
Me gusta como escribes.
Vendré a leerte.
Saludos.
Debería de ser falso tus sentimientos de orfandad. Nuestras celulas, moleculas y átomos son creaciones de un mismo Big Ban por lo que tú, yo y todos somos polvo de estrellas diseminados en la inmensidad. Astros al fín.
ResponderEliminarCoincido con Toro ¡Que lindo escribes!
Besos de
http://nidaeldore.blogspot.com
Estoy de vuelta
Tamally maak
Daniel
Con todo lo que he leído me he trasladado a todo ese mundo infinito...
ResponderEliminarTe leo, y me siento en una escuela de palabras dónde dan forma a un texto en el que me dejo llevar...creando una fantasía preciosa.
Un beso desde el Canto de la Luna.
Esa búsqueda constante de bucear en los enigmas, de buscar respuestas, todo un universo de tristezas, añoranzas, preguntas retóricas...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, es muy subjetivo.
Te dejo un fuerte abrazo amiga.
Besos
Volví para invitarte:
ResponderEliminarLa "cazaconejos"
http://nidaeldore.blogspot.com
Besos Daniel
Antes de nada decirte que tienes un bonito aspecto,la foto es preciosa y se siente serenidad...
ResponderEliminarComo esos pies de la foto vas dejando una bonita huella...
Te agradezco el comentario que dejaste en mi espacio.por eso quise acercarme y desearte un feliz día.
Un abarzo.
Amores, pasiones y caminos por recorrer....
ResponderEliminarUn beso y un placer aterrrizar en tu blog..
Un texto filosófico que invita
ResponderEliminara la reflexión,
magia en tu mensaje,
un saludo
Un texto sublime para la reflexión. El poema, brillante. Saludos cordiales.
ResponderEliminarPrecisa y bonita reflexión, me ha gustado muchísimo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea. http://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
ResponderEliminarEl firmamento cabe en el ojo de una aguja, todo contiene el todo, el aleph.También los sueños están en él.
ResponderEliminarBesos Maribel.
Mmm, Saturno, yo nunca lo querría de padre. Me alegro de haber vuelto :)
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