A veces me descubro
señales de alarma en ambas manos,
signos claros,
que presagian un temblor.
Después, basta un golpe de viento
para que se corrompa el aire.
A veces,
me rodea un mundo hecho en miniatura
y soy Alicia
en un reino a punto de desvanecerse
o un recuerdo en una noche de agua
en la que imagino
algo diáfano emergiendo de la lluvia.