en mi boca anidan sus tristes sonidos
y esos trémulos pájaros.
Qué puedo hacer? Si no hay descanso y
ese viento azaroso me envía en el pico
su alarido.
Qué debo hacer? Si me vigilan
unos ojos incisivos
y en mis labios se desploman
las miradas candentes del atardecer.
Ya no hay salud. Y a qué me obliga
la vejez cuando modula su crepúsculo
y un gavilán se atasca
en esa febril luz…
Así es mi interior, un sueño y
una sustancia ambarina ceñida a mi alma.
Hoy los árboles han aprendido a llorar y
sollozan conmigo
los espinos.
Y qué podría hacer?
si el disco radiante de la luna
fuese un edén muy agrio
al borde del regreso.
Maribelflores