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lunes, 23 de enero de 2012

UN ATARDECER

Gimen las ramas del cedro y
en mi boca anidan  sus tristes sonidos 
y esos trémulos pájaros.
Qué puedo hacer? Si no hay descanso y
ese viento azaroso me envía en el pico
su alarido.
Qué debo hacer? Si me vigilan
unos ojos incisivos
y en mis labios se desploman
las miradas candentes del atardecer.
Ya no hay salud. Y a qué me obliga
la vejez cuando modula su crepúsculo
y un gavilán se atasca
en esa febril luz…
Así es mi interior, un sueño y
una sustancia ambarina ceñida a mi alma.
Hoy los árboles han aprendido a llorar y
sollozan conmigo
los espinos.

Y qué podría hacer?
si el disco radiante de la luna

fuese un edén muy agrio
al borde del regreso.                     

                                                      Maribelflores