Seguidores

lunes, 8 de febrero de 2010

ABISMOS A MIS PIES(Continuación)


         Sin embargo, aunque entre mi hija y yo, no circule un exceso de confianza y no nos demos a menudo montones de achuchones, la quiero, ¡Dios Santo cómo la quiero!. En fin, que el panorama de señales emotivas es mínimo, tengo que reconocerlo, que amarla de manera tan exclusiva, no es fácil, pero que, cuando está en alguna parte que no sea esta casa, como ahora se da el caso, mis recelos por ella aumentan hasta volverme prácticamente loca.
         Es una sensación que nunca he tenido con mis dos hijos. Y esa preocupación puede atormentarme, al menos, las primeras horas de la noche hasta que el cansancio me vence y pillo por fin el sueño

         Pero sigo examinando su cuarto de un modo totalmente detectivesco y veo que bajo el cristal de su mesa de estudio, ha dejado tres postales y una fotografía.

         La primera postal es una felicitación de cumpleaños, de un antiguo admirador suyo llamado Pablo. Tiene fecha de hace cinco años. En el frontal hay una preciosa muñequita dibujada con un ramo de flores entre sus manos y encima de su cabeza hay escrito una frase en francés. “Je les ai cueillies pour toi”. En el dorso de puño y letra de Pablo hay escrito. “Corre, corre” cartero que es para la persona que más quiero. Firma Pablo. Tal cual, pero me quedo boca abierta con esa cursilada, qué le vamos a hacer, son esos apuntes de la adolescencia que ahora, a duras penas, comprendo. He olvidado el cerebro tan ingenuo pero tan bestial que pueden llegar a tener los adolescentes. Leyendo hoy la postal, he supuesto, que el tal Pablo, pasaba entonces, algún tiempo en Francia.

         Ni qué decir tiene, que la tarjeta llevaba años bajo el cristal de su mesa, pero nunca la había leído. Ha sido un atrevimiento por mi parte.

         La segunda postal, es una panorámica nocturna de los rascacielos de Hong Kong reflejándose en la bahía de la ciudad. Esta postal se la mandó su hermano hace dos veranos mientras vivía en China.

         La última postal en blanco y negro, es una instantánea de la película Vacaciones en Roma, con los dos actores principales, Gregory Peck y Audrey Hepburn, subidos en vespa y pasando al lado del coliseo romano. La compró en Roma cuando fuimos de visita hace muy pocos años. Quizás ya adivinaba ese destino para ella, o quizás existía Roma en esos deseos tan secretos que almacena mi indescifrable hija en su cabeza.

         En la fotografía que miro ahora bajo el cristal de su mesa, hay tres jóvenes. Es una fotografía relativamente reciente. A los tres jóvenes sólo se les ve de pecho hacia arriba. El joven que aparece en el centro de la foto, fue su novio durante un año escaso. Sus ojos verdes brillan en la fotografía como un semáforo abierto. Me quedo inmóvil mirando la foto, y pienso, que no conocí en persona a ese joven que enredó a mi hija durante un tiempo, pero que aparentemente es tan perfecto como un adonis. Se parece de rostro, al protagonista de la película Crepúsculo pero más vivo y menos de ultratumba. Maldito chico, me dolió ese despecho a mi hija, más que a ella. Lo dejaron, y nunca supe el por qué. Aunque, observé, que durante el proceso de cierre de aquel capitulo de desamor, el agradable mundo de mi hija se puso boca abajo. Todo parecía que se hundía a su alrededor y en sus ojos aparecieron cercos oscuros que me hacían creer que su inasible mundo naufragaba. En un primer momento le asomó el desánimo, después le vino la rabia y por último, escupió su veneno sobre mí. Supongo que alguien tenía que pagar el pato de su notable frustración. Sin embargo, todo fue dando vueltas durante un corto período hasta que mató la serpiente que le apretujaba el corazón.

         Sobre el cristal de su mesa de trabajo, se ha quedado sólo, el flexo y un lapicero lleno de extravagancias, entre ellas, hay una cajita de vaselina de color rojo y con  olor a fresa. Hay además lápices con cabezas de fantasía que compra cuando va de viaje con nosotros, o con sus amistades... Tiene esa pequeña manía. Algunos los mantiene envueltos todavía en su papel transparente de regalo.

         Pero cuando abro su armario empotrado, !bendita sea! porque me parece increible que haya quedado con la disposición de una fotografía de revista de decoración. Es como para aplaudir su orden. Lo poco que ha dejado en su interior, y que no fue a la basura, tiene una perfecta colocación de prendas y espacio. Parecen, maneras matemáticas o puras ecuaciones resueltas. Todo respira muy a su gusto y habla con esa mudez que poseen las cosas establecidas y colocadas casi en fila india. En realidad tanto orden me deja sin habla, pero ella fue siempre absoluta en ese sentido. Y cuando se le rompe la armonía de ese universo con el que probablemente tiene un acuerdo, es como si se le cayera al suelo pero, en círculos rotos, su frágil equilibrio.

ATRAPADA ENTRE LAS SOMBRAS


MÚSICA PARA EL INSOMNIO

Esta ocurriendo.
La edad me está dejando ciega
está asfixiando mis palabras
y extinguiendo el misterio de las noches.
Me ha negado el tacto y mi deseo.
Y no es simplemente una sensación.
Está sucediendo de verdad
delante de mi ojos.
Y mientras,
mi cerebro sordo como una tapia
e inútil como esta confusión,
desmenuza, entre el silencio,
esas oscuras señales
tan desalentadoras.