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jueves, 24 de febrero de 2011

SOBREVIVIR


         Notaba tan saturada su cabeza que estaba a punto de colocarse por delante del rostro el cartel de “completo”. Realmente sentía la imperiosa necesidad de vaciarse de sí misma y cargar sus profundidades con un ser más evacuado, más despejado, más libre, más huero y hasta más estúpido. Deseaba, sin más, desembarazarse y parir, de una vez por todas, sus inmortales dilemas. Esos jeroglíficos siempre a punto de resolverse pero que en realidad nunca se aclaraban.

         Asuntos que venían de afuera los unos y los más de lejos. No obstante, esos estúpidos motivos alteraban su atmósfera diaria llenándola de inquietantes movidas, impacientes por molestarla. Continuamente andaba amontonando los desperdicios de unos y de otros con un tremendo cansancio que le tiraba de los brazos, del cuello y de todos los músculos de la cara.

         Su hogar se había trasformado en un polvorín a punto asiduamente de explotar, pero que en la vida saltaría en pedazos porque le faltaba ese pulso firme que hiciera prender la mecha con destreza.

         Si bien, hoy ella, tenía el movimiento de muñeca trémulo, su talento para resolver asuntos mermado y aumentado, hasta extremos, ese olfato para atraer las tempestades. Hoy se había trasformado en otra y agudizaba todos los sentidos como si precisara de cien ojos para observar cada uno de los secretos que ocultaba su cobijo, cual si ese refugio bajo cuyo techo se hospedaba, le fuera íntegramente ajeno. Un tabernáculo forastero, expatrío, que le hacía vivir en un constante exilio como castigo.

         Anhelaba, por encima de cualquier otra cosa, poder seguir alguna vez esa corazonada de abandonarse a la nada o al menos a la ausencia de todo y seguir después su intuición, sin cavilar tanto ni de un modo tan absurdo. ¿Pero cómo anular imágenes, vivencias, heridas… O qué método utilizar para suprimir de principio a fin lo indisoluble dejando solo la inexistencia por pasado? ¿Cómo negarle a la conciencia la verdad o cómo vaciar los posos de la memoria sin zambullirse por completo en lodo?

lunes, 14 de febrero de 2011

CÍRCULO VICIOSO


Parece un retazo de seda negra flotando por encima de mí.
Pero no. Es una sombra
peor que letal
pues es bella
como una trama siniestra de delicados hilos
y extensión desdibujada.
Una sombra ignota
no sé si dulce o amarga
pero fluye entre mi espacio
enamorada tercamente de mi nombre.
Y yo me agoto amándola por piedad hacia mi misma
y porque enamorar a un ángel,
aunque sea el ser alado de la muerte,
es como desear un burbujeo dulce entre los labios
o pedir que una colección de radiantes escalpelos ampute mis delirios
mientras camino bajo un cielo azulado
o atravieso una senda verde sembrada de falsa esperanza
y apacibles árboles.

¡OH gozo! ¡Muerte!
por periodos, mi amor te abraza
y entre un turno y otro
el demonio escapa del infierno y emerge desde las profundidades
buscando mi exclusiva perdición.

miércoles, 9 de febrero de 2011

INTROMISIÓN


          Durante el día deambulo constantemente por la planta donde escribo (la planta alta de la casa). Hay más de un metro de puerta a puerta y hay seis puertas. O siete si cuento la del ventanal que da a la terraza. Puedo hacer lo que me plazca, escribir, dibujar, leer… Pero no siempre lo hago. Así que a veces meto las narices donde no me llaman. Cuartos ajenos que tienen vida propia.

         Abro una puerta y me quedo de pie sujeta al marco mirando en el interior de la penumbra de un cuarto que está deshabitado, cerrada la ventana y bajadas las rejillas de la persiana. Y veo solo volúmenes oscurecidos y a primera vista un vacío un tanto particular, tanto, que si pulsara un botón se abriría solo, el cauce paradójico de la memoria. En los cuartos vacíos, aparentemente, todo está, como escondido en un conducto angosto de la remembranza. Porque todo lo que queda de ese ámbito que un día ocupó alguien, está latente pero lo absorben los armarios, la mesa de trabajo, las estanterías, el lecho… así que me dedico a mirar atentamente, persuadida por ese abandono que exhala la estancia, e imagino, que tal espacio en cierto modo está encantado. En esa penumbra todo se vuelve arcano al mismo tiempo que opresivo. Un recinto angustioso que te invita, por segundos, a salir por piernas de ese mundo ahogado entre un mobiliario inhabilitado. Y repasando lo vivido comprendo, no solo que es absurdo hacerlo, sino que además es un arduo trabajo que me deja verdaderamente exhausta.

         Pero abro otra puerta y a menudo hay otro ser humano delante del rumor vibrante y frío de la pantalla de un ordenador. Y oyes la respiración agradable de alguien que sin hablar una sola palabra te dice que felizmente no estás sola, sin embargo, lo que tú ves de espaldas, es un ser subyugado que se ha convertido en un autómata abducido por un extraño artefacto del que se desprende una luz blanca muy artificial y otro vacío distinto al de la estancia cerrada, pero que igualmente se dispara desde esa pantalla digital como un proyectil, velado, es verdad, por esta fabulosa realidad de la casa, pero que sin duda en su recorrido silba como una bala y desde luego explosiona contra mí.

         Nada es perfecto. Tampoco lo es este prisma octogonal de excelsos volúmenes bajo cuyo techo duermo.

sábado, 5 de febrero de 2011

PRIMERAS LUCES

Amanece
y el canto del gallo se llena de preguntas
y el lecho se vacía de confesiones impalpables.

Amanece
y el silencio se vuelve inconexo
y la intensa luz inmutable
y se hacen gozo
las palabras al otro lado del tálamo
y los destellos del alba
forman burbujas de fiesta en mi pecho
cuan hermosos espumarajos de oro
bailoteando más tarde, justo entre mis labios.
Pues en la noche,
yacen conmigo,
un cúmulo de fragmentos invisibles.
Eternos hilos de saliva y de muerte
que dejan enjugados mis labios.
¡Infinitas voces
que se abandonan en mi boca
sin hallar una clara protesta
por mi parte!


jueves, 3 de febrero de 2011

ACONTECER NOCTURNO.

        
         Soy como un ave nocturna que gradualmente agudizó su vista a la oscuridad y ahora percibo las formas mejor que nadie en pleno día. Está oscuro como la boca de un lobo, y no comprendo, pero hurgo en la penumbra y percibo solo la perfección. Soy una lechuza. Y este es un perfecto encuadre arquitectónico para observar. Son grandiosos estos muros y estos poderosos ventanales que de noche adquieren autenticas ventajas, ya que meten en casa, esa media luz que llega hasta mis ojos. Muevo el cuerpo y la cabeza casi describiendo círculos, y luego contemplo el claustro. Este claustro es falso, pero además de ser falso, es sedimento y es memoria y por la misma razón es silencio. Profuso silencio. Manchas de silencio. Marañas enteras de silencio. Necesidad, autentica necesidad, de silencio. Aquí, a estas horas, se cumplen enteramente las reglas de un convento. Todo el personal de la casa está en su celda. Todos estamos aislados y agitando nuestras cabezas. Descolocamos el supuesto orden cotidiano. A veces rezamos. A veces amamos. A veces abominamos. Y a veces ahuyentamos el odio como podemos.

         Pero de pie, en este lugar, atrapo la calma de la atmósfera nocturna. Es diferente. Muy diferente. ¡Incomparable! Puesto que el silencio se expresa en estos momentos sin palabras y sin voz pero vibra y me lanza mensajes. En realidad, mentalmente, puedo decir basta y entonces me viene la placidez y un intenso descanso.

         Al fondo de la pared hay un hilo de araña, parece muy frágil y difícil de ver, pero ya he dicho que soy una lechuza con la vista entrenada para reconocer, entre otras cosas, telas de araña en medio de la oscuridad. Ese hilo de seda se ha bordado con el ardor de la media luz y la tejedora sigue su trayectoria sin pararse hasta llegar al extremo de mis puños cerrados. El hilo de seda me lleva hasta el asiento, y parece rompible, pero es fuerte como el de Spiderman y noto que sus tirones me hacen tambalear el pulso porque espera que extienda, uno a uno, esos dedos apretujados sin yo tener ganas. Pretende que teclee y que pulse con fuerza cada vocablo y escriba esta calma. Sin embargo, describir esta quietud es como remover un polvorín. Quién sabe si saldría volando por los aires. Podría ser.