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martes, 25 de enero de 2011

FRAGMENTOS DE ALCOBA.

Encogida, vigilo esa cara oculta de la luna
que arrojan las noches febriles del invierno.
Observadora de una horda de muerte
vuelvo derrotada a escena
y levanto al aire mis manos empapadas de súplicas.
Después emito con la boca
un aullido a mi auditorio de tinieblas.

Salgo de escena con un gesto.
Surjo de adentro de la luna.
Y espero, que el amanecer se lleve esa metamorfosis
que me vuelve socavada,
hendida, deforme
y tan de líneas cóncavas.

Pero de mañana, la noche, todavía,
plasma rabiosas imágenes oníricas
entre mis ojos de ópalo de fuego
¿Y me pregunto cómo abrir tales sentidos
al origen del miedo?
¿O cómo ver claro, dentro de las aguas incomprensibles
de una fosa?

¿Será que me cerca lo difícil,
como un alarmante anillo de señales inequívocas?
¿O es que son espirales recargadas
en la oscuridad
por donde se licua la memoria hasta volverme loca?

El orbe entero desvaría como en un mal sueño.
Y en las pesadillas las campanas me doblan
cuando la noche calla o la luna me critica.