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jueves, 8 de septiembre de 2011

ESTATUA

Acaso conocí al hombre arena,
escurridizo,
un ser de agua
que se filtró en mí como una ráfaga salobre
y helada.
Un espejismo en la distancia corta.
Allí donde no latió nada
y donde agonizaron las yemas de mis dedos
esperando su sagrado laberinto.
Allí se eclipsó el astro que yo amaba
entre la invisibilidad de la media noche
y una brisa devastadora.  

Maribelflores