Marzo
y estos ojos inmensos de fatiga
y el viento de mis párpados.
Y una rosa embrionaria cuyos tallos flamantes
han crecido entre las grietas de los labios.
Y esta habitación azul cielo
donde mi madre muerta aún me sonríe
al final de la noche
y suspira
por hacerme soportable
el rumor incontrolable de esas horas
en la oscuridad.
Marzo
y este jardín hundido en la ciudad irreal y
una urdimbre de resplandor
que centellea como un relámpago
sobre la puerta
de todos mis sentidos,
y cuántos pájaros
se lanzan
sobre el reclamo de esas migajas de pan.
Ha sido invierno
y esa simiente hizo crecer las ramas
un mes tras otro,
y cómo se arrastró el despojo
hasta que el mutismo se sostuvo
dentro de mi boca
a fin de crearme otra eternidad
y más silencio
de una pureza inútil.
Maribelflores