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domingo, 12 de febrero de 2012

MI FORTALEZA ESTÁ EN RECORDAR

     Me movía por la vida haciendo puzzles con las piezas dispersas de mis sueños, cuando finalizaba, los miraba unos segundos y luego los deshacía uno a uno para volverlos después a montar.
         Preparaba a voluntad cada segmento del rompecabezas, y una vez, ordené minuciosamente aquel puzzle de “Hija de Los Astros” y cada ínfimo fragmento se ajustó al conjunto adecuadamente. 
       Al margen de aquel pasatiempo impecable, me había creado el hábito de anotar en un cuaderno, los secretos de mi precoz orfandad para que no se perdiera aquella dote insana impuesta por la pérdida. Con garabatos torpes, anotaba, cómo se inflaba el sacrificio  y cómo el holocausto dominaba todas mis creencias y la interpretación engañosa de los hechos. Glosaba el resultado del légamo y lo marcaba celosamente. ¿Cuál era mi verdad? ¿Qué fue de aquel alimento qué ahora juzgo escrupulosamente? Pero cuando empezaba hacer limpieza, me perdía o me consumía, o ambas cosas a la vez.
         Sin embargo, al principio de aquel todo, suspiraba porque me adoptara un insólito astro o le suplicaba algún cometa que me izara a lomos de su cola dándome la ocasión, de dar montada, la vuelta al mundo. Otras veces, imaginaba a Saturno rodeándome con sus aros cósmicos y aquel regazo brillante, lo transfiguré en los brazos compasivos de una madre donde aliviar intactas las angustias. A veces me sentaba en una esquina y me encandilaba, cegada por el fulgor de la creación.  Sin embargo, durante las noches, fue la luna menguada la que a menudo me susurró.
        Aquí tienes mi espina dorsal, podrás coronarte encima y contemplar tantas veces lo  desees, el universo renovado.
        Yo soy pequeña -y le señalaba con el dedo índice mi talla diminuta- y cuando llegue a tu altura  estaré agotada.
        El firmamento te espera pero te advierto criatura que soy estricta con mis hijos.
        Y me murmuraba de nuevo aquel satélite oval.  
        Necesitas constancia si deseas alcanzar tu destino.  
       Uauuu!! Y yo suspiraba al oír tan intuitivos juicios.
       Tendrás que correr en recto y otras más, habrás de proceder doblada, pero arráncale al deseo tu ingente necesidad.
       Mmm… Luna, pero si  me empeño.
       Y aquella luna me devolvía su respuesta con autoridad.
       Te falla el tesón y la disciplina y debes adiestrar tu voluntad.
       Pero es duro aprender. Le respondía de nuevo, sintiéndome incapaz.
       Nadie me oye y creo que me voy a estrellar.
      Una madre debe  imponerse a los tercos caprichos de su creación o los  sueños de sus  hijos se volverán del revés
         De aquel dialogo esperaba que se me revelara alguna claridad.
          Hubo noches enteras, durante el transcurso del verano, que me mantuve despierta hasta el amanecer persiguiendo con la impaciencia de mis ojos oscuros, la translación de algún astro y la órbita que describía su estela al pasar. Aquel firmamento rebosado de absurdos vaticinios, dragones y cabelleras de cometas, me sobrecogía de manera. Su droga me mantuvo viva en aquella rara dimensión, mientras la tierra entera dormía. Cuando la madrugada avanzaba me empapaba de la intemperie hecha una madeja, y toda yo, envuelta en mis brazos. Única y resuelta, me abandonaba a los sueños entre aquel monologo vivo. Y hubo noches así en mi desabrigo que un gato albo, con tintes desiguales pero incomparables visos en los ojos, que me cortejaba en aquella soledad mientras deambulaba al filo de las tejas del techado. Aquella arista de pizarra se volvió su atajo privado en noches resplandecientes de luna. Sin embargo, cuando aquel felino le maullaba a todo el vecindario, imploraba para sí, como una criatura recién parida. Su aspecto fiero, lo invoco, y me aflojo, o acaso me resquebrajo.
      Cuando amanecía, el día era especialmente duro y a menudo, se me hacía un nudo en el cerebro y otro aún más apretado en el corazón.
     Nada ha cambiado, de algún modo asombroso el firmamento contiene aquella misma inmensidad, tan exacta, que he sido yo la que ha mermado su estatura.

         
Ahora es invierno
y he salido desde el umbral vacío
a descubrir el trazo segado
de la escarcha.
Y todo habita sitiado
por ese  manto
espesísimo
de silencio y melancolía.


                         
                              
                                                                                                      Maribelflores