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jueves, 20 de octubre de 2011

SER NÓMADA (viaje en tren)



         El tren vuela, Yago, y yo miro pasar las horas mientras la luz perlada de ahí fuera se desliza conmigo y me fulmina. Oleadas de fulgor parpadean sobre el envés de esas ventanillas en hilera. Voraces destellos que me hacen creer en una segunda vida que desfila ante mi como una nebulosa. 

         De hito en hito, miro pasar las aves en bandada, los postes altísimos de la luz, los frondosos árboles y esas nubes que dejan una pincelada platino en el cielo. 

         Y todo lo que veo, circula veloz por las tierras del Este. El tren devora el fértil valle del delta del Ebro y estruja todos los naranjos a su paso. Todo suena a placer y a engaño y todo se hace añicos detrás de los cristales del vagón. Ruinas y asombro. Deleite, fascinación y suspiros se quedan en ese paisaje, que esta piel de culebra -de la locomotora- extermina a su paso.


         Pero lanzo mis ojos hacia fuera y se imantan mis entrañas en ese obstinado deambular autómata, de la máquina del tren. Este convoy es una bala cuya combustión me estremece.


         No obstante, yo maldigo este viajar a solas y maldigo también la agonía de mis ojos porque no pueden compartir contigo, ni esta seducción ni estos designios inexorables de mi ser nómada. 

         Pero cuando tus recuerdos me traicionan, las lomas que dejo atrás redoblan como las campanas y me veo marginada y una paria y una vehemente y en la cabeza me suenan, los timbales de la destrucción.
         Y por momentos quisiera ser una infame diosa y desplegar mi malevolencia o mi ira contra tu ser mortal y luego destruir con mis turbinas tu precioso tiempo o convertir tu ciclo vital en una alucinación que devastara tus entrañas y no dejase piedra sobre piedra en esa sustancia gris, cuya membrana yo tanto amo.
         Sin embargo, desfallecida por ese zarpazo que engarza el tren -hora tras hora- yo te imagino estropeando mis ilusorios propósitos y además, te ideo, hecho un arbotante o un cuerpo tallado, sobre el cual realizo una profunda incisión por donde después mana tu amarga sangre, ansiado fluido, por cuya sed muero.

                                                                                                                 Maribelflores.