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viernes, 31 de agosto de 2012

A MICHAEL (en África)


Como un ave migratoria
sobrevuelas
los límites del horizonte
y traspones África.

Tardes sin nubes en mi ciudad vieja
mientras te sueño.
Partícipe inocencia
que unes
en opuestas lenguas
tu bitácora y la mía.

(Pero ya respiro ese instinto,
de una noche,
que aún está por llegar)

Todo tu cuerpo
es como un arbotante de niebla.
Mitad intimidad mitad rostro suspendido
en esas lejanas tierras
y en la quietud de mi umbría.

Dorso de piedra
eres como una columna de antílopes
desbocados ¡libres!
y rebasando las planicies.

Rutas y promesas
incertidumbre y magnetismo  
fundidos
en esta hora melancólica
que exhala aire atardecido de dunas.

Tu nombre emana sed,
Michael,
y merodea dulcemente
la irrealidad y los milagros y
este novísimo esplendor mío.

                                                        Maribel Flores