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lunes, 17 de octubre de 2011

HOMBRE EN EL PUENTE.



Si tu boca me poseyera
nadie me arrancaría
de ese instante de goce
que el frenesí me entrega.
Si aterida me estremeciera dentro de esos ojos,
vendrían a mí oleadas azules
y ardientes pétalos.
Si me desnudara tu ansiado empuje.
Si ese cuerpo se deslizara
y pariera espuma de mar
sobre la luz esmaltada de mis blancos lienzos.
Si me envolvieras con anillos siderales
la luz de tu mirar me asolaría.

Para tus versos, vivo,
rehén soy de esa sabiduría
y de tu voz sobrecogedora.
Presa  muero de una desapacible noche
en la que no contemplamos la ciudad
bajo el mismo cielo

                                     Maribelflores