De nuevo soy tacto sobre el lecho
una oleada de levadura maleable
o polvo de oro en suspensión.
Y otra vez un fragmento de locura
que besa el aire en medio de la noche.
Soy un sueño obstinado
o la curvatura de la luna grabada en los espejos
de esta habitación.
Indócil me veo.
Un gato negro que rueda
por la escalinata
y sigiloso como nunca
extrae del silencio una piedra que habla.
Y la penumbra se colocó del revés
y mientras,
mis ojos vueltos
pero sobrecogidos
miran la belleza de la media luz.
Y de nuevo esa araña que trepa
¡Oh deseo!
Mi vida pende de ese hilo
¡Me duelo, me duelo, me d…!
y le hablo a una vela que vigila
detrás de aquel tragaluz,
pero si vieras cómo leo en ese lenguaje de humo
cómo esa luz existe
y no es ninguna ilusión.
Si vieras cómo me deshago
del silencio
y me anudo a esa utopía.