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sábado, 26 de mayo de 2012

SI VOLVIERA



Si volviera radiante
como yo lo vi
recogiendo rosas
sobre el lecho
 y derramándolas
sobre el universo de mi carne.
Si volviera el hombre,
si regresara,
envolviéndome 
con sus palabras dúctiles
de barro  (Sed o beso)
Si volviera aquel yugo
que estuvo
rozándome el velo de la boca.
Si se alzara de nuevo
el resplandor del ídolo
y se cubrieran
los cielos
de un temblor inmenso.
¡Clamorosa aurora!
Luminosa
¡Deslumbrante mañana!
Si volviera aquel tiempo
de palomas en la cara
…  aquella dulcísima muerte,
desvanecida
bajo la luz. 

                                                               MARIBELFLORES

miércoles, 16 de mayo de 2012

EL BOSQUE SECRETO


     Sobre un colchón de hierba duerme la hechicera del bosque expuesta a la corrosiva intemperie. Pero no conviene ponerle el dedo en la boca pues lame la niebla de la fronda como si fuera una pócima mágica que le sabe a sal de mar. 

     Por el camino secreto del bosque, entre el ramaje de un árbol tupido de hojas,  una lechuza pone un huevo impecable. El ave reina a sus anchas en el nido mientras un rayo de sol cruza la espesura, y le ilumina su volátil plumaje.



     Una cabaña de madera está en silencio en mitad del bosque, y del alfeizar de la ventana de ese frontal exterior, penden cristalinas gotas de agua. Pero si se pega el rostro al cristal del tragaluz, la mirada penetra en la habitación donde se ve encendido un hogar, cuyas llamas, suben y bajan suspendidas.

      En el aire húmedo y frío del bosque se adentra el guía de este laberinto, y esa hondura, no me deja respirar. Exhausta de tanto caminar y de andar largas veredas y no ver ningún rostro, disté de golpe, ocultos tras un tronco de árbol, dos ojos enormes fisgando en mi deambular. Aunque esos ojos, tienen el mecanismo rutinario de eludir esta mirada cuando yo busco descubrir en sus pupilas dilatadas las extensas filas de los troncos. Así pues, mi pecho, hinchado en esos momentos de oxigeno, durante breves segundos, se puso en estado de alerta.
 
     Pero seguí caminando con los brazos desplegados y los pasos resueltos y mi espíritu abrazado al bosque. El corazón me bombeaba haciendo las mismas ondulaciones del camino. Mis pies tocaban las cepas de los árboles y con los dedos extendidos, tanteaba, palmo a palmo, las frondosas copas.  Mi cuerpo entero se creció ansiando la plenitud visual. 
¡Háblame bosque!
o calla.

Maribelflores (Desde Baja Sajonia, Stade, al norte de Alemania)

lunes, 7 de mayo de 2012

A YAGO.


         A Yago le brota el fuego por el hueco de la boca y en segundos se le extrapola la descarga como a un relámpago. Yago es un dragón y de las llamas de esa bola encendida le manan tinieblas invisibles.
         … Yago, el violonchelo tañe su agonía y dobla a mar revuelta y al caer las olas, se troncha en pedazos su rumor cíclico. Pero debajo de esas volutas de agua y sal, se amontona la angustia sobre el tul nacarado de la arena seca. 
         Yago, del subsuelo emerge un sonido atronador de placenta y su fragor me retumba y tu nombre detona y sale propagado por todos los rincones del planeta.
         ¡Veta sobrecogedora, ensordece mi ceguedad!
         Pero si no amo Yago, si no me entrego, si mi pecho enmudece, si en la noche se extinguen los astros, el desorden se empeña en revolver mi erótica y pronto imagino vampiros cayendo sobre mí desde esa negrura que muerde sobre estas arterias brillantes. Si no amo Yago, sospecho que mi memoria exclamaría su enemistad contra el deseo y no habría respuesta capaz de aliviar ni mi sed de ti, ni mi agonía.  Y en la verdad de la penumbra me pregunto si eso no sería mi perdición o morirse por nada entre colmillos afilados. Pues en la noche, Yago, los resucitados, van perfilando mi silueta con hebras de espanto mientras mi corazón trepida ¡muerto de hambre! 

         Yago quiero copular contigo y que nazcan alimañas del acto. Pero por qué no escarbar en ese osario de agravios, por qué no despedazar tus genes implacables, por qué no hurgar en tu minúscula misericordia y con tu estricta mano cavar un hilillo endeble de luz en tus vísceras.

         Resopla el viento en mi destierro Yago, o es qué me suena a un aullido lejanísimo de lobo. Pero si brama la tierra, si muge la música de un violín con sus llagas de azufre, el mar al fin se quedará tranquilo. El mar azul que no descansa en su confluencia con el horizonte. Y allí…  perpetuamente lejos, resopla este compuesto de cianuro y este dulcísimo combinado de esclavitud a ti. 
         ¡Yago,Yago! Estoy frágil, y en mi desaliento he pensado disolverme en polvo y sobrevivir en el interior de tus huesos. Aunque mis limaduras se harán compactas dentro de la carcasa de ese esqueleto y yaceré para siempre tiesa, y como una vela de entierro me estiraré en ese cerco donde por el contrario se riza una serpiente. Una boa que luego repta sobre mí y entra como un hombre a través de mis piernas. Pero cuando el reptil se despierta Yago, no puedo negarlo, me asusta como un ídolo corcovado. Pues se alarga tanto el tramo de la liberación, que al día de hoy soy un puente y bajo esas ruinas fluye un talud de barro y, cómo me pesa el fango en esa soledad. Como la losa marmórea de los siglos. 
          Me siento yerma, Yago, excluida, infeliz y abrazada a un virulento arsenal de guerra. Y huyo Yago, pero no lo dudes, voy a desintegrarme lejos. Voy a desaparecer bajo la lluvia mansa de una ciudad sin nombre donde no habrá sol, sólo tu éxtasis de daño. Sólo , evaporado y mudo. 
         Yago, ya silban los cuchillos que cortarán tu cabeza. Ya escucho los estertores. Ya eres polvo Yago. Ya me rodea un cerco de llanto. Ya vibran mis ojos como si retornase lo que ha desaparecido. Lo que nunca fue.

Huyo
consciente
 de que el amor es un viento
un suspiro
que cruza veloz el corazón.
Y me pregunto
si no es un misterio
que se derrumba.
Una belleza invisible
que no existe.
Una niebla que nace y muere
en el alma
ante el pavor de la muerte
que estuvo
 expiándome.
                                                         Maribelflores