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miércoles, 1 de septiembre de 2010
SER PRELUDIO Y RAZÓN.
Auxiliar la llamada de alguien
que golpea en tu puerta.
Escuchar ese remoto tiempo
que en un instante se tritura.
Atrapar minúsculas gotas de agua pulverizada.
No faltar a esa cita de amor con la s estrellas.
Y apartada en un rincón,
susurrarle a la noche
que el cielo
suelte borbotones de brillos,
cual si el reino celestial hirviera sobre un fuego.
Ahuyentar a la muerte.
Ese bloque insalvable
de craso espesor.
Primicia y final inamovible,
que estrangula esta poderosa creación
que se clavó, un día, dentro de estos ojos
oscuros como el firmamento.
que golpea en tu puerta.
Escuchar ese remoto tiempo
que en un instante se tritura.
Atrapar minúsculas gotas de agua pulverizada.
No faltar a esa cita de amor con la s estrellas.
Y apartada en un rincón,
susurrarle a la noche
que el cielo
suelte borbotones de brillos,
cual si el reino celestial hirviera sobre un fuego.
Ahuyentar a la muerte.
Ese bloque insalvable
de craso espesor.
Primicia y final inamovible,
que estrangula esta poderosa creación
que se clavó, un día, dentro de estos ojos
oscuros como el firmamento.
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