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martes, 28 de septiembre de 2010

SOMBRA DE MUJER.



FINAL, DE ABISMOS A MIS PIES.

        
         Últimamente imagino que esta casa, llena de aristas y predestinación, estaba en ese recorrido hacia mi porvenir. Todo pues, me ha traído hacia este retiro arquitectónico. El silencio vino expresamente a mi encuentro como una melodía vieja que se repite sin fin. El silencio, en verdad, es el habitante más asiduo y más adusto de la casa. Pero, estaba esperándome como un tesoro espera en su escondite hasta que alguien se tropieza con él. Y todo eso, con el único fin de liberarme de tanto acopio de asuntos por resolver. Tal vez, esta colosal vivienda se puso en mi camino con el propósito de limpiar de obstáculos el trayecto andado o el que me queda aún por andar.

         Así que, toda la mañana he visto crecer fantasmas entre el silencio. Toda la mañana escuché voces en el lugar en el que debería estar colocado mi reconfortado corazón. Toda la mañana la pasé forcejeando con esa música que emiten todos los males que se apoderaron antaño, de mi frágil espíritu. Toda la mañana la pasé bregando con mi lado más oscuro que, crónicamente grazna igual que un pájaro de mal agüero y me convoca en algún lugar de la casa -una cita a ciegas- para recomponer los pedazos rotos de mi corazón. Con este sigilo aderido firmemente a estas paredes de la casa, hoy, he aprendido, que la melancolía es mi lado más endémico. Aprendí, además, que esa desgarradura tan frecuente, viene de muy lejos y extiende su perniciosa influencia en mi natural sentido común. Y una vez que otra, no me queda más remedio que hacerle una buena cura y  luego un buen zurcido.
         Sin embargo, han pasado ya las horas de la meditación. Desplegué mis abismos como un abanico. Y hora tras hora, descubrí los secretos que encerraba su interior. La oscuridad se abre, y la luz a mi alrededor se hace cada vez más grande.
         Mi existencia entre tanto se ha quedado medio llena y se apodera, sinceramente de mí.
         Ahora, trato de adivinar, si mi mente se quedó totalmente vacía. Porque, ahora o nunca.
         Si fuese así, desde este momento, podría limitarme a ser exclusivamente un cántaro roto por la boca.