Me abandonas
y la noche tiembla.
!Oh amor!
te me alejas
y se vierten las estrellas y la luna.
Lanzas una piedra
y el agua provoca una conversación inútil
de ondulaciones sin sentido.
Oprimes mis manos,
y mi cuerpo se anuda al viento desbocado
y a la furia.
Viejo y
loco
y prolongado gozo de vaivén y espuma.
Cuando
se rompe el aire
te arremolinas entre mis dedos
y como la arena, mil veces te desmoronas.
Pero yo,
a la espera de tu incrédulo regreso.
Y tú,
desparramado en la noche
entre luceros blancos
y ¡Ay! yo,
me aíslo en cálido interior.
Maribelflores (verano de 2011)