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martes, 27 de diciembre de 2011

UN MAL SUEÑO


          Poseída por un sueño espantoso, una noche dormida lloré amargamente. De mi surgía un llanto cavernoso, que lúcida, jamás viví con tanta fuerza. Sentía la ausencia de todo y estaba atrapada en el sollozo y en un laberinto sin sonido donde redoblaba hondamente, un émbolo, con la voz de la muerte. 

          Desnuda y sentada sobre una reluciente silla, mi cabeza se reclinaba sobre el tablero de una mesa rodeada por mis brazos. El llanto consumía mi corazón. Mi esqueleto era viejo y cualquiera a mis espaldas habría podido contar con un dedo y una a una, mis vértebras. Abultaban sobre mi columna como los nudos prietos de un cordel. Mi piel yacía, en virutas contraídas. Palpaba los fantasmas del presente y del pasado. ¡Lloraba desesperadamente! Ante mí, apareció una mujer embarazada y desde su vientre salió despedido el líquido amniótico. Me rebotó en la cara pulsando de nuevo mi existencia. Sin embargo, yo sentí que me disolvía y me hacia líquida como una cascada.

         Luego alguien, al boleo, disparaba perdigones de plomo sobre mi dorso abatido encima de aquella tablazón.  La angustia que viví con la munición clavada en mi espalda, me sirvió de gruta, donde soltar todo aquel arrebato.
         Una umbría oscura lo mismo que un sótano sin ventanas, rodeaba el escenario del tablero en el que mi cabeza se posaba como un cuévano.  Mi cuerpo despojado estaba solo en medio de un acerbo escenario.  
         Desmoronada vi, como nunca habría imaginado ver, mi propia destrucción. Desperté bruscamente dando tumbos sobre la cama. Me senté en el borde con el peso de la inquietud con el miedo y sin ninguna esperanza. Dos segundos después, palpé la suavidad del día y el talismán de la luz se transfiguró en un agua marina flameando pureza entre aquel habitáculo. 
         Sin dudarlo, me reconcilié con el mundo. 

domingo, 18 de diciembre de 2011

ADVIENTO



Más allá del invierno
se desliza un latido
un gesto en el rostro, en
el deseo, en
la celebración.
Más allá de la luz o de la pantomima
que arde entre esa niebla
y las estrellas
de la conmemoración.
Más allá de las raíces asidas
a la esperanza y a la evocación, al esplendor
de la infancia y a los días de brindis, de entrega y
glorificación.
Más allá de todo el oro que descienda,
durarán,
la dentelladas a los árboles
las hojas caídas y ese vinculo ligado
a los que más quisimos y a los que nada queremos.
Y a la misma vida
que se creó de imprevisión y regocijo,
de simulación
y voces enlazadas…. 

                                          Maribelflores

lunes, 12 de diciembre de 2011

FANTASÍA SONORA

          Estoy soñando y en mi sueño parpadea una luz con el brillo del encaje. Y veo un dosel tambaleado por el aire que atraviesa el hueco de mi tragaluz. Esta mañana me atenaza la armonía ¡Que extraño!

           Piel de asombro, tu claridad es completa.
         Y en el jardín todo es oráculo cuando se celebra la profecía de la música y bulle un fantástico coro de aves negras. Y aún me pesan los párpados y el alboroto. Y me zumban los timbales. Y los tambores ya penden de mis entrañas y ahora suspiro sin ningún resentimiento. Oh! esta alborada es un placer pues hago añicos la muralla por donde trepa a menudo la hiedra o el engaño.

                Es verdad, estoy soñando completamente despierta.
         Y canto a la existencia y a este vértigo  y ¡a toda la eternidad! Y después, cuando se agota mi balada, me quedo inmóvil mirando el moviento y el tremolar del amanecer, y ese calado de cielo a donde se ciñen las nubes al azul como un esponjoso algodón. Todo está medido y cadencioso lo mismo que en un pentagrama. Todo fulgura en el crisol del alba. Y todo aparece de repente en su eterna lucidez.

         Y duermo de nuevo en paz, y ya recogida, me regocijo contemplando la luz del alba, tan prodigiosa, que de ella ha nacido este mundo invisible del que venimos. Tan milagrosa, que es dulce regresar a la locura de atravesar  la creación y el espejo de Alicia.  
                            
                        Maribelflores

martes, 6 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA ROSA



         Y este deambular por el jardín como en la cuerda floja. Este funambulismo en franca rebelión. Este hilo de seda a punto de cortarse que relumbra su prodigio fortuito y después me atrapa en su hebra o en su añoranza de luz o, en ese espíritu de exterminio que vaga  bajo la ventisca del jardín. Añoranza… o como incubar cadáveres sobre el musgo y rebotarlos vivos sobre el surtidor del agua.

         Este invisible alambre. Indolente filamento que es como una mísera larva, un beso siniestro o unos salobres labios, da lo mismo. Este celofán por donde camina errabunda mi amarga figura o el letargo. Y este estigma errante que soltó su herida entre la infancia  y dejó calado un vasto túnel con su negro aliento y aquel temblor que me vio morir a la vez, de ultraje y de deseo.

          Esta violencia extraviada en mi cerebro o este pánico innegable.
         Dame tu auxilio árbol del invierno. Sujétame a tu descarnada copa y enlázame a tu enramada de fronda o de hojarasca o de escarcha. Y a tus raíces y a esa matriz que devora la tierra. Esquivo invierno, desvestido de dulzura y de rosas. Vorágine de remordimiento irreparable y de creencias o desesperación. Vendaval de traición y hastío o impaciencia.

         ¡Madre!  Y tú no estás. Y qué horrible esta mortífera fantasía. Madre, préstame siempre tus manos y escucha mi ensueño o mi delirio y esta súplica. Aquieta mi destino y frena este rumbo que excava en el silencio y en el frío y en esta casa descomunal. Y luego… luego entrégame tu estela luminosa y ¡haz algo! Haz florecer la última rosa del invierno.

                                                                                                                                     


                                                                              Maribelflores

jueves, 1 de diciembre de 2011

LOVE

Como si fluyeran por mis tímpanos
raíles oxidados,
así me sonaron tus pasos
esta tarde
cuando crucé el jardín empapada de fatiga
y tú, me sonreías bajo la lluvia.

Y aquí estoy ¡mansa! pero infeliz,
y abrazada a la dócil música
del agua
que me roba el ritmo.

Rasgada por nubes cenicientas
que se han quebrado en mi interior
al chocar con todo un manantial de vidrio.

Pero desconsolada
¡vivo! de lo vivido
o de un sueño
o de una estupidez que aún grita tu nombre.

Nada queda
salvo algunas partículas de luz
encendidas en los ojos de la noche,
Y ahí, entre el silencio
puedo mirar tu rostro
y oír, en el rigor del duelo,
la voz que amé. 

                                          Maribelflores

lunes, 28 de noviembre de 2011

EL HOMBRE LOBO (Cuento)

 

        
     De pie, en el centro de un vestíbulo octogonal, observa atentamente las paredes. En dos de esos ocho muros hay colocados unos espejos altos y rectangulares. Solitarios, profundos, penetrantes, la miran desde el fondo de su silencio diario.
         Primero los contempla simultáneamente y después uno a uno.
         En su interior se esbozan pútridos paisajes con vistas al abismo. Ambientes ocultos de acuarela, cuyo viso de vidrio, los sacará hacia fuera. Ella observa con cara severa mientras le da la vuelta a la antesala. Agudiza los sentidos y dentro de esos espejos empiezan a liberarse, dos ambientes tumultuosos que en segundos cobrarán vida.
         Mira en el primero pero no ve el instante sino las prietas sombras del pasado. Y distingue una criatura sentada en un poyete balanceando abajo y arriba unas piernas en las que suelta, íntegra, su energía. Una cándida colegial de ojos oscuros y adormilados, de pelo lacio y frente muy despierta. Esa chiquilla tiene cara de luna llena y el cielo encapotado en su mirar de pájaro.   
       Al fondo del cristal un hombre y una mujer, desde hace décadas, tienen amputadas sus cabezas y desde esas dos incisiones salen sendos ramos de flores secas, como si ello fuera un ornamento en sepia.

     En la base del segundo espejo, escucha ecos de pasos precipitados en la noche de la ciudad vieja y advierte que un viento amotinado se ha colado en la luna del cristal. 
         El eco de los pasos retumba entre los edificios cercanos y rebota con tanto orden que resulta escalofriante. Cada segundo ese caminar atormentado redobla sus pisadas. Los pies trepan por las calles y desde el empedrado les crecen hacia arriba gruesos ramones que hacen de esas piernas una pizca de músculos, prieta.
       La persecución avanza pero las travesías se estrechan hasta convertirse en un embudo cegado por el cuello. Ahora esas piernas recorren el laberinto de las calles, una y mil veces, como en una especie de espiral de locura que buscase desesperadamente alguna embocadura donde esconderse. Pero los muros le devuelven de nuevo el eco de una batalla ya perdida y vierten sobre los pasos, el frío helador de unos callejones taponados. Ese aire glacial y sedicioso se ha hecho un bloque de hielo en las piernas  y cada vez que pisan fuerte sobre el adoquinado, el hielo se rebana y es como si cayeran, a tajadas, trozos de vidrio sobre el relieve de las piedras.
         El aire tormentoso ha puesto pálidas todas las calles y la luz de las farolas dentellea una especie de veneno entre los callejones y sudan sangre las paredes de las tapias, cuando envenenada, la corriente, arranca las vestiduras a esa impúber que acelera su marcha entre angostas callejas.
        Un hombre fornido disfrazado de lobo camina detrás de esos pasos con oscuros propósitos. Esa fealdad vocifera hacia dentro su jadeo y su concupiscencia: criatura, cria…, y se relame con los dedos todo el espumarajo de su boca. Se excita y babea. Se atiza y babea. Se espolea y babea. Se vivifica y babea y se invita solo, a un festín desolado. 

         El hombre lobo posee una fuerza lujuriosa aunque resopla mientras mortifica a su víctima. Su rostro se ve borroso dentro del espejo, pero sin duda es violento. Un demonio. Una bomba humana que vive enfurecida y ávida de carne fresca. Y esa garra humana con fauces de bestia, troza su botín con gran voracidad y cuando acaba, espantado, lo sepulta.
          Copula… y se hizo trizas la carne de la victima.
        De su mirar de pájaro, ahora vacío, escapan bandadas de aves blancas dejando una estela de luz por toda la ciudad, detrás, una ingente nube de cenizas va cubriendo un tenebroso cielo.
                                                      
                                                                                       Maribelflores

                                   "Mi pequeña denuncia contra el crimen más abominable que existe, y que pasan décadas, y ahí sigue"

lunes, 21 de noviembre de 2011

.... Y EN EL CORAZÓN

Llueven hojas
hilos de sangre
!hielo!
gotas de agua
barro,
estampidas.
Y suena Beethoven
-en Claro de luna-
y se tañe de melancolía el cuarto.

Oh recuerdos
sueños
¡Oh poeta, hombre!
Se me adormece el dolor
pero mana de nuevo la utopía
apresada en un místico beso
cuando resopla tu oasis
en mis labios.

Mas llueve súplica
aflicción
turbia muerte
por la que chorrea tanta aberración
y tal pánico y tal emoción
y los sueños
y la luz
y esa impaciencia
de este impar pero absurdo disparate.

Cuerpo de Náyade,
en tu frágil regreso del delirio de un día
 de un tiempo
o de un esplendor, hoy, roto.

Y se adormece la tarde
-temblando
evocando-
y se desliza al abismo de esa lluvia
que hizo languidecer la ciudad.

Y más que nunca
la urbe
se quedó sin energía
y
a merced del gris y la nostalgia
 suelta su vagido
y tirita,
y se sacude el agua
y centellea el desaliento.

Y ahí fuera
AY! cómo desciende el otoño
sobre la vieja ciudad
-desvaída
   plomiza-
y cargada de inquietantes presagios. 

                                                        Maribelflores

jueves, 17 de noviembre de 2011

E-MAIL (a mi hijo)

Como en un jardín de hielo y nieve
así te veo
!mi hijo!
blanco de nieve
y un negro que parpadea
en la gran distancia que nos separa.
Pero también en los ojos diáfanos del Elba
en cuyas aguas tu reflejo reverbera ahora
hacia la ciudad de Hamburgo.
Jamás llegó a esa gélida tierra
un hombre ni más leal
ni más noble
ni más soñador que tú.
Un águila por cuyos latidos
se mueve el viento
en diagonal.
Deshojas tus pétalos
donde pisas tierra
y esa irradiación
se extiende entre el asfalto.
Eres inmenso y nacarado como una perla.
Te desnudas y tu luz me fulmina.
Y nadie te quiso tanto,
pues si la voz de este poema saliera en off...
saldría trémula
o desembocaría en llanto.




Mi hijo ha trasladado (esta semana) su lugar de residencia y de trabajo a Hamburgo. Mi corazón se partió un poco y le envié ese poema, de arriba, por e-mail. 
España está mal, muy mal para todos, pero sobretodo para los jóvenes. Un día ese pais (Alemania) me quitó un padre más de veinte años y ahora allí, se me fue un hijo y reconozco, que a ese pais, lo odio y lo amo....



E-Mail de vuelta de mi hijo:

Joder madre, que me he emocionado y todo. Menos mal que no me escribes uno de estos todos los días.

Ya he pasado mi primer día completo en esta tierra, gélida como dices. A menos tres grados que hemos llegado hoy durante el día, así sin prepararlo mucho. Todo va bien, no te preocupes, Ayer ya conocí a una pandilla de amigos, todos españoles e ingenieros por el momento. Estuvimos por el centro de Hamburgo, de marcha y conociendo a la vez el ambiente de la ciudad. Yo he llegado a la conclusión de que cuanto más frío hace más se mueve la gente. Y no he visto ciudad con más vida que ésta. Todavía no conozco nada, obviamente, pero no es mal sitio en absoluto. Fresco, eso sí.

Y bueno, a ver si voy alternando y haciendo amigos también. Todo se andará. Me queda todo por hacer pero sigo muy ilusionado con mi nueva etapa. Mañana me dedicaré por completo a la labor de buscar una residencia o habitación y empezar a hacer algunas llamadas. Algo temporal pero necesario, porque no veas las historias de miedo que me cuenta, mi amiga, de buscar piso aquí. Alucinantes. Como buscar trabajo, casi. El martes empiezo a trabajar, ya sabes. Te contaré cómo ha ido.

Que sepas que este poema me lo guardo, me ha conmovido. Tu pluma ya empieza a ser afilada.

Estamos en contacto. Te quiero. Besos

viernes, 11 de noviembre de 2011

ALLÁ, EL VERANO


Hombre de espuma
en esa ola me lo traen, mares lejanos.
Cuerpo enmascarado de salmuera y azules,
besas mis manos
y las corroe el viento de las salinas.
¡Oleaje marino!
rodéame
 y cíñeme a tu cintura

Hombre melancólico de sueños distraídos
y fantasías de pirata de mar.
Plata y oro puro, así te quiero
hombre de las tinieblas y la luna,
y enlazado al reposo de mi alma otoñal...

Hombre de la noche
empuja ese temporal hacia la bahía
y mi fiebre resucitará.
Poderosa turbulencia, calla ¡por Dios! mi herida
pero levanta un motín
con los destellos de la tempestad.

Hombre ciego,
corta mis pupilas en canal
y con el viso de ese metal
arrecia el viento hacia mi ardoroso pecho
y empuja luego hasta mis labios,
la luz rielada del mar.

                                                                             Maribelflores.






 

lunes, 7 de noviembre de 2011

ESCALINATA

         
         Esta casa es como una cripta de vidrio por donde se cuela el resplandor a brazadas. Pero cuando estoy sola,  me siento como un poste quebrado que observa la vida tragada por esos ventanales. Los vidrios forman adentro una confluencia de luces y espejos cuyas imágenes desprenden, al parecer, un secreto, que hospeda en su interior a mis ancestros. Y como yo no soy medrosa y mis ancestros son extremadamente leales, deambulan a sus anchas delante de mis acalorados movimientos o se orean al sol detrás de los cristales lo mismo que si fueran seres mortales.


         Ahora mismo, mi abuela paterna, trepa muy paciente por la gran escalera de mármol. De un escalón a otro, la anciana toma aliento, cogiéndose al pasamano de la baranda. Confusa, a cada peldaño que asciende, abre más y más la boca y pierde aquel aspecto inexpresivo de antaño. Mi cuerpo la sigue enderezado y sube más dinámico que el de ella, pero escala cronometrado y a la zaga del compás pausado de la anciana. Mi abuela lleva puestas varias capas de enaguas. Todas pardas. Ella es el símbolo maternal de mi pasado y su amor fue, más poderoso que la vida. Hoy sólo es una presencia tolerable y la luna de un espejo agrietado  en cuyo fondo, aún se bosqueja, alguna quimera.


         Paralizada sobre el rellano de la escalera, al pie de una enorme vidriera, suelta sus escuálidos dedos del listón de la baranda y  muestra un gran asombro mientras observa todos los matices de los cristales. Se piensa olvidada, pero yo aúllo con un alarido tácito y gozo cuando se me cruza su estela. ¡Oh, la anciana! que ha puesto ahora cara de quien ha descubierto la puerta de acceso a la gloria. Y yo atónita mirando su blanca cabellera destellando por el viso que desparrama ese escaparate de colores. Y arrebatada por el afecto que aún le guardo, beso el polvo reluciente que cayó sobre sus manos como ofrenda a sus antiguos sacrificios.


         Mi abuela suspira como si fuese ella, y no yo, la que sufriera la alucinación. Y esos suspiros penden ahora de su candor y de mi enorme sobresalto. Todo le suena a persuasión. Y noto como se rebela y urde contra su pasado. Y percibo que todo ese esplendor la coloca al borde del regreso a la vida. 


         Pero cuando finalizamos la escalada, mi vieja, parece una luz que parpadea en el extremo de la gradería, y embebe y embebe y presto se disuelve en el último escalón. Y mi iris, herido desde niña, sufre un desmayo lo mismo que si alguien me hubiese arrojado ácido a la cara. Y yo experta, de nuevo, incubo el drama. 


         Se dispersó su fantasma, pero se queda flotando en otra dimensión. Su cabellera blanca ondea ya en el vestíbulo tan lánguida como los líquenes. Y su cara pálida se derrite suavemente reclinada bajo el sol cálido de noviembre que se filtra sobre la gradería. Sobre su rostro inerte cae, ahora, polvo iluminado de mariposas. ¿Adónde fue mi pasado?  Sensaciones, imágenes, vivencias, me pregunto hoy. No hay respuesta, sólo escucho un silencio agónico de cripta y un ruido atenazador de osario.

                                                                                  Maribelflores



lunes, 31 de octubre de 2011

YO, VENCIDA


Yo, rayo iluminado,
rayo plata,
que besa ciega en sus ojos
y sella la eternidad en sus labios.
Yo, rostro tallado
ahondando en su fulgente mirada
de jaspe y de cincel.
Yo ópalo de fuego,
carbúnculo granate,
que pule en su radiante piel, de terciopelo.
Yo, fresa o broca
calando un abismal cráter
en su inexplorado ser.
Yo, al anochecer, pupila herida.
Yo alba desvanecida
de forma prematura
en su ocaso universo
y en el albor de mi vejez.  
Yo cópula mustia
boqueando  agua, como hilo de pez,
en su invicta envoltura.

                                                              Maribelflores





lunes, 24 de octubre de 2011

ANTORCHA



Oh Zeus! dios del olimpo,
con esos ojos ¡tan de raíz, tan apurados!
 tan a mi acecho
-Que me atenazan-
Y yo a ciegas
en la noche esperanzada y dulce.

Tu tremolar de la palabra en esos labios
donde ora vive mi ser, 
ora mi designio.

Y en tu rostro blanco y
 en mi rostro blanco
brilló la eternidad de las horas
en la penumbra de la noche muerta.

Nimio destello
que sobre tu mejilla
levantó ante mí,
aquel muro de densa niebla.

A tientas, insegura,
quise ser aire ahogado en tus entrañas
y con mi soplo,
disolver tu cavernosa lengua
-Bajo la tenue luz-

Criatura mansa
-De las horas muertas-
¡Oh hombre! dame cobijo en tu regazo
y apura mi larguísimo crepúsculo.

Y de tus manos
y en la noche oscura
-Del jardín-
entrégame las anémonas
como quien echa criaturas bellas a mis brazos
cuya hermosura me ha poseído.



jueves, 20 de octubre de 2011

SER NÓMADA (viaje en tren)



         El tren vuela, Yago, y yo miro pasar las horas mientras la luz perlada de ahí fuera se desliza conmigo y me fulmina. Oleadas de fulgor parpadean sobre el envés de esas ventanillas en hilera. Voraces destellos que me hacen creer en una segunda vida que desfila ante mi como una nebulosa. 

         De hito en hito, miro pasar las aves en bandada, los postes altísimos de la luz, los frondosos árboles y esas nubes que dejan una pincelada platino en el cielo. 

         Y todo lo que veo, circula veloz por las tierras del Este. El tren devora el fértil valle del delta del Ebro y estruja todos los naranjos a su paso. Todo suena a placer y a engaño y todo se hace añicos detrás de los cristales del vagón. Ruinas y asombro. Deleite, fascinación y suspiros se quedan en ese paisaje, que esta piel de culebra -de la locomotora- extermina a su paso.


         Pero lanzo mis ojos hacia fuera y se imantan mis entrañas en ese obstinado deambular autómata, de la máquina del tren. Este convoy es una bala cuya combustión me estremece.


         No obstante, yo maldigo este viajar a solas y maldigo también la agonía de mis ojos porque no pueden compartir contigo, ni esta seducción ni estos designios inexorables de mi ser nómada. 

         Pero cuando tus recuerdos me traicionan, las lomas que dejo atrás redoblan como las campanas y me veo marginada y una paria y una vehemente y en la cabeza me suenan, los timbales de la destrucción.
         Y por momentos quisiera ser una infame diosa y desplegar mi malevolencia o mi ira contra tu ser mortal y luego destruir con mis turbinas tu precioso tiempo o convertir tu ciclo vital en una alucinación que devastara tus entrañas y no dejase piedra sobre piedra en esa sustancia gris, cuya membrana yo tanto amo.
         Sin embargo, desfallecida por ese zarpazo que engarza el tren -hora tras hora- yo te imagino estropeando mis ilusorios propósitos y además, te ideo, hecho un arbotante o un cuerpo tallado, sobre el cual realizo una profunda incisión por donde después mana tu amarga sangre, ansiado fluido, por cuya sed muero.

                                                                                                                 Maribelflores.

lunes, 17 de octubre de 2011

HOMBRE EN EL PUENTE.



Si tu boca me poseyera
nadie me arrancaría
de ese instante de goce
que el frenesí me entrega.
Si aterida me estremeciera dentro de esos ojos,
vendrían a mí oleadas azules
y ardientes pétalos.
Si me desnudara tu ansiado empuje.
Si ese cuerpo se deslizara
y pariera espuma de mar
sobre la luz esmaltada de mis blancos lienzos.
Si me envolvieras con anillos siderales
la luz de tu mirar me asolaría.

Para tus versos, vivo,
rehén soy de esa sabiduría
y de tu voz sobrecogedora.
Presa  muero de una desapacible noche
en la que no contemplamos la ciudad
bajo el mismo cielo

                                     Maribelflores


                                                        

miércoles, 12 de octubre de 2011

CONVEXA

La vida permaneció inmersa en esa cornea ahogada  entre escarcha.
Una esfera repleta de imágenes ocultas donde trepida el aire
y palpita su voz.
El silencio se detuvo en sus labios inyectándole sonido a la palabra justa.
El silencio contenido dentro del silencio.
El silencio irreal de una ingrávida pausa.
La pausa suspendida en el gesto como una infinitud.
Algo deseable. Un poema hecho de placidez
Una señal, al trasluz.
Un relámpago fulminando cicatrices y deslumbrando el rostro
con destellos de metal. 


                                                                             
                                                                                                             Maribelflores

jueves, 6 de octubre de 2011

EPISTOLAR (a la Alpujarra, mi tierra)


Mi querido Iván:

       He cambiado aquel lugar de incontables granos de arena por un destino de hoyas, cauces de agua, alcores y un vaho zigzagueante que asciende desde el valle y encumbra las alturas. 
         Bruma. Informe masa de humo, que trepas como la hiedra entre la aldea. Acuosa amalgama confundes a las víboras de aquel secano, que ya salieron de los guijarros a hurtarle rayos al sol y vaciar su mezquindad. 

         Sinuoso valle, inventor de sueños y voraz demoledor de paz.

        Aquí se alarga el tiempo como la sombra de un cuerpo al caer la tarde y se espera sólo la bondad del agua, el soplo helado de los cerros y el canibalismo de los fantasmas que transitan por la oscuridad.

         Pero llevadme noche a medir esas quimeras palmo a palmo y a calmar en breve, el termómetro de mi nostalgia. 

         Iván, amable amigo, hace días que en la ciudad me aniquilaba el otoño y la desgana. Aquí mi carne, cual jícara de barro, se vacía de esa mezcla tóxica. Pues este valle se parió para seres desesperados. Y en sus colinas, debieron edificarse, en vez de blancas casas, templos griegos donde asentar efebos y vestales y consagrarlos uno por uno, a la copula y a la contemplación. Aquí el amor debiera ser un trazo dulce y posado. Un círculo perfecto donde toda presteza concluye.

        Pero no hay tregua bajo la launa de los tejados. Pues estos seres humanos se concibieron sobre cal viva y también, uno por uno, se carcomen o se apolillan. Esta especie de lobo estepario trasiega sola por el monte. Cuerpos monótonos deambulando a modo de almas en pena. Aquí la lógica es ¡tan empecinada! Y el corazón, el ojo humano y la mano  tan sumisos a esa predestinación.

         Iván ha pasado el día, y la noche, en este lugar del Olimpo, parece ahora abominable y obsesiva. Tan solo la luminiscencia de los astros hace de mi soledad y de mi antiguo sudario una melancólica placenta que envuelve mi cuarto y me devuelve al vientre de mi madre.
         Aquí, si abres la ventana y miras la gran luna de la media noche, intuyes, que el suicidio es una opción romántica de cómo detenerse para siempre en esta hondonada y perpetuarse flotando igual que el oro en suspensión. 

         Pero cuando el azor sobrevuela el valle, arrójate al destino pues dirige tus pasos derechos al tártaro, y ya, el entusiasmo no vale de nada y nada tiene que hacer.
         Satán, bestia rugiente, cimientas tu odio de flameantes llamas y en este subsuelo me incineras y luego amontonas mis cenizas. Y por último, izas un tumulto en el aire con mis parvos residuos.

         Adiós mi querido Iván,
quiero mirar la noche y este escenario, cuchillo de lobo.  

                                                                                                                 Maribelflores


martes, 4 de octubre de 2011

EXAEDRO (con más de seis caras)


¡Oh melodía súbita!  
Coral de pájaros,
redondo y cóncavo secreto
que mientras se desliza esa música
aniquila su carne
y la troza en espirales y andrajos.

Piélago frágil
donde se agita lo insondable,
en lo más íntimo,
y en ese asiduo arañar y escarbar y ¡herirse!
¡Oh delirio!
Estampida de lobos.
Oh brocado de abismos y de tripas.
Oh vano presagio
de tiempo abatido
                                 y sin remedio.

viernes, 30 de septiembre de 2011

ALOJAMIENTO (Acuarela.......)


         La terraza daba a un vasto descampado con aires de desierto. Un matorral de carrizos(1) y arena triturada de una desproporción bestial.
         Una extensión desoladora poseída por un silencio de verdad, donde se oía, sólo, la mordida del aire. Al amanecer esa quietud me atraía y me daba miedo, sin embargo, el desgaste y la rabia encadenada del viento, violentaba esa calma y amortiguaba toda desolación.
         Aquel vértigo ciego y sordo, se rompía bajo un cielo sin nubes, cortado, por el chillido de las gaviotas. Y en la distancia, ese mismo vahído, se batía con la franja lisa de la playa porque me permitía escuchar, el movimiento rasgado del mar.

         Pero de noche en mi cerebro se encendía una luz roja, cuya voz me sobresaltaba con su lenguaje poderoso. Aquel mensaje de agobio me arrugaba el alma, pues cruzaba soterrado la aridez de Africa y como un soplo subterráneo rebasaba mi corazón, contraído, por el matiz yermo del entorno y del cuarto y por una ferocidad que violaba mi reposo.


Mas !Oh la luz de Júpiter!
que de repente se mostraba sobre el desierto
única, remota y
fulminando el cielo
y el tragaluz de mi ventana.
Magnética llama,
rozabais mis ojos y yo sucumbía
a vuestro etéreo beso
                                                                                                                       Maribelflores
(1) Ammóphila Arenaria

miércoles, 28 de septiembre de 2011

ACUARELA SOBRE EL DESIERTO (II)



Difíciles recuerdos
(en los que se vacía)
sin esperanza, ni albor 
ni luz radiante
que los suavice en esa plácida hora.
Pero acaso al filo de la tarde
el alma se le hará fuego
y anidará en ella una ola nómada y exótica
y de raza extraña y serpentina.



Amado pájaro,
pues así lo llama
y así lo siente revolear
en esa infinitud a punto de estallar.
Ave que se voltea ondeante
y rebasando las alturas.
Dulcísimo crepúsculo y eterna sacudida,
el mar respira
y muerde justo en sus labios.

                                                       Maribelflores

martes, 27 de septiembre de 2011

EXTERMINIO


Sobre la orla del torrente
la muerte vuela como un fiero torbellino.
Como un hermoso engaño
es esa muerte.
Pérfida ráfaga alimentando
su veneno
y afilando su guadaña.
Allí cae una estrella
allí el sol del alba
rebasando la escarcha y segando una cabeza. 

                                                                                         MARIBELFLORES

domingo, 25 de septiembre de 2011

ACUARELA SOBRE EL DESIERTO.


Y se quedó suspendida bajo el corazón de un cielo de seda y
se entregó al gozo.
Enaltecida nube
que sueltas besos y lluvia de terciopelo.
Lánguidos sueños
moldeados en la memoria
y escondidos, sin remisión, en un edén de arena y sol.

                                                                                                            Maribelflores

sábado, 24 de septiembre de 2011

GUERRERA, INUSUAL.

         

         Queridos amigos: De vuelta de África, donde pasé una larga semana, mis mensajes serán ahora raquíticos y con ese ritmo trepidante del que está definitivamente en otra parte. Serán absurdos, desordenados y tan precipitados como el que baja a saltos una escalera y quiere darse de bruces sobre el suelo. 

Tal y como siento que vivo o quiero vivir la vida.

                                                                                                                                         Maribelflores

sábado, 10 de septiembre de 2011

MARIBEL (ayer y ahora) RIESPE.


se cansó de correr 
tras los trenes de la tarde
con sus cuadernos para colorear
bajo el brazo y sus tenis gastados
y su maleta de letras
con la tapa siempre abierta al viento

olvidó que la noche
teje sueños mágicos
en medio del silencio
y que los amigos imaginarios
no entienden de lágrimas
mientras la observan callados

esa que acostumbraba 
reír y bailar y cantar
y le lanzaba besos 
a las nubes blancas

la de ahora mide los días
uno tras otro tan iguales
con una ventana de por medio
y desprecia su
reflejo en los espejos,
parece que ha extraviado
el rumbo trazado
entre hojas sueltas de libretas
llenas de poemas
y mensajes inconclusos
a ningún destinatario y a todos

la de ahora no corre
tras los trenes de la tarde
sino que viaja en ellos
y se entretiene tomándole fotos
a la gente y los paisajes...
a los rostros que narran
historias extraordinarias
entre las arrugas
y el maquillaje

y también acude con su botiquín
de urgencias, a la parte
del mundo donde la
requieran, a ayudar
a todo aquél amigo que 
alza la mano inconsolable 
remendando vacíos con 
hilos de colores
y curitas infantiles,
combatiendo los
males de soledad
y desamores
con su pulso cálido
y certero

sí, tal vez es cierto
que aquél que estaba
ya no está
y que no piensa regresar
por que no puede
o no quiere...

entretanto, corre
por el mundo
tan ancho y ajeno
con su cámara 
colgada al cuello
y su bolso de colores
y sus hojas a medio llenar
y sus sandalias más cómodas
mientras la alcanza la aurora
y entonces al filo del tiempo
y los kilómetros
vuelve a ser
la que era
y sonríe
y canta
y le lanza
besos a las nubes



Gracias amigo, Riespe, por este regalo que me hiciste tan emotivo y hermoso.
Blog "A quien corresponda"